ORIGEN DE LA REFLEXOLOGÍA
Para encontrar el origen de la reflexología podal debemos remontarnos a miles de años atrás. Podemos encontrar referencias al masaje en los pies en papiros egipcios y también podemos encontrar vestigios en culturas precolombinas, pero es en oriente donde alcanza su mayor progreso. Ya en pleno Siglo XX se produce el salto de conocimiento de la reflexología al mundo occidental.
¿Cómo actúa la reflexología?
La reflexología se basa en el principio de que nuestros pies, gracias a sus más de 7000 terminaciones nerviosas, están conectados con todas las áreas y órganos de nuestro cuerpo. Para las diferentes escuelas de reflexología podemos sintetizar que el cuerpo está representado de forma esquemática en nuestros pies, siendo los pies un reflejo del cuerpo. Otro de sus principios es el aprovechamiento de esos reflejos para beneficiar a nuestro estado de salud gracias a los masajes en los pies. De este modo, dependiendo de la zona que se masajee o estimule, dichos beneficios estimularán beneficiosamente a una u otra zona corporal. El hecho de que ciertos puntos del pie resulten más sensibles o dolorosos sería así indicativo de una alteración en la zona refleja. El masaje específico en esas zonas ayuda a aliviar los síntomas del problema original y de camino, prevenir otros síntomas, todo ello aportando una placentera sensación de relax y facilitando la eliminación del estrés.
La reflexología es en si misma, relajante, con lo que es muy efectiva en el alivio de los trastornos provocados por el estrés y la ansiedad, siempre utilizando la reflexología como complemento de otros tratamientos y nunca como sustitutivo de un tratamiento médico.
La reflexoterapia activa nuestro sistema inmunológico, disminuye el insomnio y los trastornos del sueño y resulta de ayuda en migrañas y cefaleas. Incluso ejerce una cierta influencia en los niveles de colesterol e hipertensión. También reduce el dolor en general, los dolores de espalda y extremidades, los dolores reumáticos, fibromialgias y, como hemos dicho antes, ayuda a reducir los niveles de estrés, favoreciendo la recuperación en problemas de depresión y ansiedad.
A pesar de que la reflexología podal no es en ningún caso la panacea universal, sí que es efectiva en ciertas afecciones desde las primeras sesiones. Es el caso de ciertos problemas digestivos o dolores agudos. Sin embargo es habitual que se necesiten varias sesiones, sobre todo cuando se trata de dolencias crónicas. Lo recomendable es explicarle al terapeuta los diferentes trastornos de salud para que este pueda enfocar la sesión de reflexoterapia a ciertos trastornos y pueda realizar una estimación de las sesiones necesarias. Dicha estimación puede verse aumentada o disminuida en función de la respuesta de cada persona, ya que cada persona responde de manera diferente a las sesiones.
La duración de las sesiones puede variar entre los 30 y 60 minutos, dependiendo de cada persona, lo más recomendable es dedicar entre entre 25 y 30 minutos a cada pie. La frecuencia más habitual es de una sesión semanal, aunque dependerá de la evolución de cada persona en particular.
Tras la sesión de reflexología no es recomendable realizar largas caminatas, sino descansar un par de horas para darle tiempo a los pies a que reaccionen a los estímulos recibidos durante la reflexoterapia.
Habitualmente no se producen efectos adversos tras las sesiones de reflexología. Los efectos habituales, suelen ser una activación del sistema urinario o intestinal, o la necesidad de hidratarse; efectos indicativos de que la terapia funciona satisfactoriamente, ya que son mecanismos que establece nuestro cuerpo para facilitar la eliminación de toxinas.
Es recomendable informar al terapeuta en casos de embarazo, diabetes, si llevamos marcapasos o tenemos afecciones coronarias importantes, así como si hemos pasado recientemente por un proceso infeccioso o febril, ya que en estos casos el terapeuta valorará la estimulación, o no, de ciertas partes del pie para prevenir posibles contraindicaciones.
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